Restablecer el equilibrio y armonía en el cosmos

 

RESTABLECER EL EQUILIBRIO Y ARMONÍA EN EL COSMOS

(Sofía Chipana Quispe-Religiosa Terciaria Trinitaria)

La vida humana depende de todos los otros seres vivos para mantenerse en la vida.

Ivone Gebara

 

Agosto tiempo profundo de plena conexión con las fuerzas de la vida, que desde los territorios del Sur se interioriza en el ciclo del invierno, donde las poblaciones andinas se convocan para despertar a la Madre Cosmos, la Pachamama, a fin de seguir generando el equilibrio y la armonía en el gran tejido de la vida, donde el ser humano es una hebra más. Desde esa conexión, se evoca las palabras sabias de las abuelas y abuelos, de que “todo lo que se hace a la tierra, nos lo hacemos a nosotras/os mismas/os”, pues este tiempo de pandemia es el reflejo de las grandes rupturas de los cuerpos humanos con el Cosmos y la gran biodiversidad de seres que está afectando a toda la comunidad humana de maneras diferenciadas y desiguales. Por otra parte, esas rupturas se reflejan en el círculo de la violencia que atraviesa las relaciones humanas.

 

Pese a cuarentenas, estados de emergencia, militarización de territorios, mandatos de distanciamiento social, cierre de fronteras, el virus circula y se globaliza, por lo que es tratado como un enemigo que tiene que ser vencido a fin de salvar vidas. Pero es un tiempo donde se entretejen solidaridades, aunque predominan la incertidumbre, la impotencia frente al dolor que se asemeja a las noches largas y sin estrellas, donde se mantiene sutilmente la esperanza que permite sentirlas en la inmensidad, palabra que para algunas sabidurías está “húmeda de misterio”, porque se siente dentro del corazón. En esa sintonía muchos pueblos, a partir de sus propias organizaciones ante la limitada atención estatal, van buscando otros modos de prevenir la presencia del virus a partir de la conexión con las hermanas mayores, las plantas medicinales y rituales propios para restablecer la salud, lo que en algunas organizaciones indígenas está llevando a la necesidad de articular la salud intercultural, a fin de rescatar la medicina ancestral en diálogo con las otras medicinas.

 

Por otra parte, desde diversas organizaciones de mujeres en conexión con las memorias ancestrales, van rescatando la fuerza de lo cotidiano como parte de la sanación cósmica, donde la mejor medicina es la olla que recupera el sentido de la crianza mutua de la vida que se da en la interrelación de todos los cuerpos humanos, animales, vegetales, tierras, aguas, bacterias, minerales, a fin de que circulen las reciprocidades generadoras de vida. Lo que conlleva al desafío de hacer frente a las ampliaciones de las fronteras agrícolas del monocultivo, lo transgénico, los sistemas alimentarios industriales insalubres que violentan a los cuerpos orgánicos como son las semillas y los cuerpos de los animales violentados en su integridad. Pero también se trata de un cuestionamiento a la economía extractivista que hiere el cuerpo de la tierra, sus ciclos e interrelaciones, como los pequeños cuerpos anónimos de niñas y niños que son portadores de minerales pesados a causa de la minería.

 

La Pachamama, nos invita a escucharle, no sólo en sus gemidos de dolor que ahora son nuestros gemidos, sino en aquello que nos ofrece como oportunidad para seguir tejiendo la gran red de la vida, por lo que será necesario descalzarse para reconocer que la tierra que pisamos es sagrada. Así como lo hicieron y lo hacen las guardianas y guardianes de los territorios que caen como semillas antes de tiempo por la bala criminal de la economía de la avaricia, de la codicia, del poder, que en nombre del “desarrollo” se arroga la potestad sobre los territorios y la vida.

 

En los pueblos indígenas, los tiempos de crisis despiertan narraciones de fines y nacimientos de mundos, y esta pandemia nos lleva a vislumbrar ese trance  que precisa de una espiritualidad sanadora que posibilite una nueva humanidad que no implore respirar mecánicamente, sino que sea el aliento vital de una tierra sin males, la que fluya por su cuerpo. 

 

Que la reciprocidad de la salud nos acompañe.

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