Una teología encarnada en el sufrimiento y en la solidaridad
(Ilaria Balló -Comunidad Misionera de Villaregia)
En estos meses hemos tenido la oportunidad de compartir conversatorios; escucharnos desde lo que somos y vivimos desafiados/as por las experiencias en estos tiempos de coronavirus. En cada uno de estos espacios una llamada constante: autoconciencia de la importancia de cada una y cada uno en la construcción del reino y en la transmisión de la fe. Conciencia del “tesoro” que tenemos en nuestras manos y de la capacidad de transmitirlo siendo “profetas –reyes –sacerdotes”.
Todos los titulares hablan de tiempo de pandemia, cada ponencia, conversatorio, live tiene este trasfondo, y es también tiempo de una realidad cruda que hiere, de una realidad que nos cuestiona, tiempo de una teología encarnada. Encarnada en el sufrimiento de muchos, encarnada en la solidaridad de tantos, en la búsqueda de sentido, encarnada en los nuevos vínculos con vecinos hasta pocos meses antes desconocidos, vínculos de nueva familiaridad.
En este tiempo desafiante, una de las realidades que más me ha impactado ha sido una “iniciativa”, “actividad” en Villa Maria del Triunfo, San Juan de Miraflores: las “ollas vecinales”. Personas que se unen para preparar algo y responder a la necesidad primaria de alimentos (https://www.facebook.com/watch/?v=279383983346908). Ver la necesidad, ver quiénes sufren, y decidirse por una acción de colaboración. La solidaridad hecha compromiso concreto es signo de presencia.
Dios se puede encontrar en las manos de
quien prende el fuego para esta olla, en los ojos de quien se da cuenta de que
su vecino necesita que alguien prepare comida mientras sale a trabajar, Dios se
puede encontrar en quien piensa compartir.
Quizás nuestro encuentro con Dios no esté ahora en salir para ir al
templo, a la celebración eucarística, o a la reunión de catequesis de
preparación a los sacramentos. Los sacramentos signos de encuentro con Dios (Catecismo de la Iglesia católica 1127),
así como los conocemos
ahora están como en stand-by. Otros signos de encuentro con Dios, otros signos
visibles se vuelven “casi sacramento”, en el cuidado de vecinos, de amigos, en
la solidaridad concreta y humana que pasa por darse cuenta de la presencia del
otro.
Ser profetas, reyes y sacerdotes es llamado
de cada persona, bautizado o no, cada uno llamado a cuidar del otro.
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