Vida religiosa y caridad política en tiempo de pandemia
“Regresen al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios"
(Glafira
Jiménez París-Hijas de la Virgen para la Formación Cristiana)
1. Y viéndolo, ¿se nos remueven las entrañas? (cf. Mc 8,2): tres
re-movimientos complementarios
La pandemia nos ha removido, personal, estructural, institucionalmente;
ha removido proyectos y sentidos (de la vida, de la muerte); ha removido
modelos y propuestas de vida en sociedad, el ejercicio de la política y el fin
de la economía (globalización, democracia, desarrollo sostenible). La pandemia,
como no podía ser de otra manera, ha removido nuestra vida de fe: reflexión,
anuncio y práctica cristiana. En este espacio voy a hacer algunas referencias a
estos tres movimientos complementarios y simultáneos frente a una realidad que
nos desafía: el paso del Covid-19 en el Perú, en el mundo.
La pandemia ha removido espíritus, corazones y mentes también en la
reflexión teológica, esa difícil tarea de hablar de Dios, de la Buena Noticia
sobre todo en situaciones de sufrimiento, dolor y muerte. En muchos lugares del
mundo, en el Perú, la crisis sanitaria ha sumado tragedia a la persistente
pobreza y vulnerabilidad de tantos y tantas.
La pandemia ha removido espíritus, corazones, manos y pies que han
encarnado hoy todas la obras de misericordia recogidas en nuestra tradición judeocristiana
(capítulo 1 del Libro de Tobías), el texto del Buen Samaritano (Lucas 10,
29-37) y el llamado Juicio Final (Mateo 25,31-46), ampliadas y actualizadas por
las urgencias provocadas en esta pandemia. Muchos/as han sido signo/sacramento,
inspirando, en la mayoría de nosotras y nosotros, hermosas acciones de gracias
(eucaristías) por el reconocimiento del paso de Dios, a través de ellos, de
ellas. Hay quienes ya venían colaborando hacía mucho tiempo, hay quienes se han
sumado en estos días. Vidas que han hecho práctica, lo que todos y todas
pedimos en la Eucaristía: "Danos entrañas de misericordia frente a toda
miseria humana. Inspíranos el gesto y la palabra oportuna frente al hermano
solo y desamparado. Ayúdanos a mostrarnos disponibles ante quien se siente
explotado y deprimido. Que tu Iglesia, Señor, sea un recinto de verdad y de
amor, de libertad, de justicia y de paz, para que todos encuentren en ella un
motivo para seguir esperando". "Que quienes te buscamos sepamos
discernir los signos de los tiempos y crezcamos en fidelidad al Evangelio"
(tomado de las plegarias eucarísticas Vb y Vc).
Entonces, reflexión teológica, práctica cristiana y me pregunto por un
tercer "removimiento" de entrañas:
nuestra caridad política. ¿Cómo vamos a actualizar los ejes
fundamentales de nuestro seguimiento a Jesús desde la Dimensión Social del
evangelio, acogiendo el fondo de los
textos que venimos replicando, aplaudiendo, en las últimas encíclicas,
exhortaciones y cartas del Papa Francisco (EG 181, 183)?. ¿Cómo articulamos
reflexión, práctica y dimensión política de nuestra fe: Misericordia y
Justicia?. Como Vida Religiosa en el Perú, ¿cómo contribuimos, también, a esos
cambios estructurales que el Perú re-clama, cómo nos vinculamos y articulamos
con agentes de la sociedad civil "para que no se repita"?.
2. Ciudadanía y discipulado, hacia una evangélica complementariedad
simultánea
Lo sabemos, la dimensión social de la fe es constitutiva a la
reflexión y práctica cristianas. Lo sabemos, los tres "removimientos de
entrañas" son complementarios, una evangélica complementariedad. En este
espacio, y poniendo la mirada quizá ya en el post-pandemia, retomo el tercer
movimiento, y me viene a la memoria una de las discusiones teológicas de Jesús
que termina con aquella expresión de "Regresen al César lo que es del
César y a Dios lo que es de Dios" (Mateo 22, 15-22).
El principio de texto nos ofrece el pre-texto de esta discusión
teológica y, sobre todo, su con-texto. [15]
Se retiraron entonces los fariseos y resolvieron cazarlo en alguna palabra [16]
Y le envían a sus discípulos, junto con los herodianos y dicen: «Maestro,
sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios con verdad; además,
no te importa de nadie porque tú no
miras la condición de las personas. [17] Dinos qué opinas, ¿está permitido
pagar tributo al César o no?»
Estamos pues ante una situación, como ahora, donde se colocan en
paralelo expresiones de ciudadanía (el
Tributo, el impuesto) y su contrapartida en la responsabilidad del poder político
(el César) para garantizar la seguridad integral de los ciudadanos (buen
gobierno: derechos).
Por la situación que describen los textos y el relato de la vida de
Jesús pasando/caminando/atravesando las provincias judías bajo el dominio del
imperio romano, todo apunta a que el poder político no cumple con su parte y la
población sobrevive en unas constantes de opresión, injusticias, violencia,
hambre, enfermedades y muerte. El diagnóstico parece claro: no existe un
saludable ejercicio del gobierno al servicio del bien común (indiferencia,
indolencia o incapacidad de las autoridades políticas) pero tampoco un
saludable ejercicio de ciudadanía que vigile el cumplimiento de derechos y esas
práctica de buen gobierno.
También hoy podemos reconocer en el Perú las dificultades para ejercer
ciudadanía en situaciones de opresión de todo tipo: informalidad y explotación
laboral, sexual (trata de personas), discriminación y violencia por raza,
cultura, género; personas que parecen no tener derecho a tener derechos: salud,
educación, vivienda, trabajo, etc, y donde la lucha por la supervivencia es el
pan nuestro de cada día. Estas crisis política y social, que ya era una
realidad en el Perú, están siendo agravadas por la crisis sanitaria. Muchos de
los análisis realizados apuntan en este sentido: “El impacto social y económico
que produce esta epidemia de Covid-19 en nuestro país desnuda, una vez más, las
serias deficiencias del Estado peruano en la gestión de la salud, la educación,
la promoción de empleo, el desarrollo tecnológico, etc. Situación que cambió
muy poco a pesar de más de una década sostenida de crecimiento económico (Cf.
Escuela de Gobierno de la PUCP citado en Pilar Arroyo: Que la coyuntura de la
pandemia no nos haga olvidar los problemas estructurales. Informe coyuntura
mayo/2020. Instituto Bartolomé de las Casas www.ibc.org.pe. Ver también los informes de junio a
agosto)
Sin embargo, nos encontramos ante una situación que puede favorecer el
cambio. Esta nueva crisis provocada por el coronavirus, como todas "las
grandes crisis tienen la virtud de mostrar las grandezas y las debilidades de
los actores y de sacar a flote las fallas estructurales que permanecen ocultas
en épocas normales. Todo esto permite que la gente tome consciencia de las
enormes injusticias que tiene su país y que, en ciertas circunstancias, entre a
la acción". (Sinesio López, La gran crisis: actores y estructuras. La
República, 16 de abril de 2020). Y decimos “puede”, porque dentro de esas
grandezas y potencialidades en el Perú encontramos el crecimiento en
ciudadanía. Siempre insuficiente, diremos, pero crecimiento que, en momentos
muy difíciles, se visibilizó en la presencia de una sociedad civil organizada,
sobre todo en sectores populares, que alcanzaron grandes logros. Algunos de
ellos los hemos visto, adaptados, a este tiempo: comedores populares, club de
madres, organizaciones vecinales, etc. Por eso, sería injusto decir que, con
todas las dificultades, no existen en el Perú plataformas y espacios de
concertación para la propuesta y vigilancia ciudadana (Mesa de concertacion
para la lucha contra la pobreza, presupuestos participativos, audiencias, etc);
injusto decir que en el Perú no se han dado pasos para la construcción de una
sociedad solidaria (Acuerdo Nacional). La pregunta más bien cae en nuestro
lado, como vida religiosa, ¿dónde y cómo estamos participando y acompañando,
hoy, en estos espacios, cómo nos vinculamos?: caridad política. ¿Cómo
articulamos hoy ciudadanía y discipulado, con presencia activa, con testimonio
evangélico?: caridad política. ¿Cómo, recogiendo lo que esta pandemia ha
visibilizado en el país, en el mundo, contribuimos al bien común, a la
construcción de una sociedad más justa e igualitaria?: caridad política.
3. Caridad política: la moneda de nuestra vida cristiana,
Jesús no responde a la pregunta y reacciona con dureza ante la élite
religiosa de su pueblo, por la realidad asfixiante para tantos y tantas de sus
contemporáneos y la indolencia de sus autoridades. En este caso, Jesús se dirige "a las personas
religiosas" que afirman su fe en el Dios de sus padres (y madres), el Dios
de Jesús.
[18] Mas Jesús, conociendo su malicia (dura palabra que provoca un
duro apelativo), dijo: [19] «¡Hipócritas, ¿por qué intentan comprometerme?
Enséñenme la moneda del tributo»
La hipocresía. La doble cara de una realidad, situación,
circunstancia. Jesús se da cuenta de la actitud permisiva de los/las
"creyentes" ante la situación de injusticias y la denuncia con un
juicio severo, desenmascarando el
trasfondo real de la discusión, colocando en el centro de la discusión
lo aparentemente más importante, llamando la atención de los espectadores. La
enseñanza es para todos, todas. El texto nos invita a participar en la
conversación como protagonistas, no solo como espectadoras/es.
Ellos le ofrecieron un denario. [20] Y él les preguntó: «¿De quién son
esta efigie y esta leyenda?». [21a] Ellos[le] dicen: «Del César».
La petición de Jesús y la respuesta de sus interlocutores, revela dos
detalles importantes. El primero, sus sospechas
se confirman y, efectivamente, tienen la moneda. ¿Qué significa llevar
la moneda del tributo?. Al parecer Jesús
no lleva ninguna; no significa que no lo pagara. La pregunta es ¿por qué y para qué llevar -
continuamente - una moneda que solo se utiliza para el momento del pago del
tributo?. Había otras monedas con las que se pagaban otros servicios más
cotidianos y que justificaba llevarlas.
El segundo detalle. Llevan la moneda y conocen lo que representa: por
una cara al emperador Tiberio y por detrás a su madre, Livia como diosa de la
Paz. Con tales representaciones, podemos imaginar que la moneda no era
solamente un instrumento de pago, significaba sumisión al poder político y religioso
del emperador. Por eso, la moneda exigía respeto (como una cruz, una medalla,
una estampita, etc), no podía llevarse de cualquier manera, ni en cualquier
lugar poco decoroso o inadecuado. Llevarla sería, quizá, una garantía.
Mostrarla, según en qué momentos o circunstancias, podría ser hasta
beneficioso, para corroborar fidelidades que, para Jesús, revelan
in-fidelidades "de pensamiento, palabra, obra u omisión".
4. Regresar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
La conclusión de esta discusión teológica nos invita a fijarnos en un
verbo y en conjunción. [21 b]
Entonces les dice: «¡Pues regresen al César lo que es del César, [21c] y a Dios lo que es de Dios».
Como ya sabemos, el texto no critica pagar impuestos ni suscribe que
la obediencia a Dios está por encima de la obediencia al Estado, ni una
oposición entre las cosas materiales (al César) y las espirituales (a Dios).
Desde muy temprano la Iglesia ha defendido la diferenciación: León XIII (1885
Inmortali Dei). El texto denuncia la actitud (hipócrita) de pretender caminar
religiosamente (sus interlocutores eran personas piadosas) llevando la moneda
cómplice del César; caminar religiosamente en-comunión/comulgando con las
situaciones de injusticia, vulnerabilidad de derechos, pobrezas, sin crítica
explícita ni denuncia profética de las mortales dinámicas de opresión,
dominación y explotación.
Regresar al César lo que es del César. Hay que cumplir con nuestras
obligaciones ciudadanas, en todas las dimensiones, no solamente ejerciendo el
derecho al voto o en la responsabilidad tributaria, también con nuestra
participación activa en la promoción del bien común, desenmascarando las causas
que están provocando muertes de tantos tipos, que sostienen injusticias, de
tantos tipos. Recordar/regresar al Estado sus obligaciones, con aportes y
críticas constructivas, como sociedad civil, desde la sociedad civil,
"para que no se repita" (EG 181,183).
Regresar a Dios lo que es de Dios. Ejercer nuestra responsabilidad y
derecho como ciudadanos, portando la moneda de la justicia y la solidaridad
como seguidores y seguidoras de Jesús. Recordar y regresar-nos el "porque
yo les he dado ejemplo, para que ustedes hagan también como yo he hecho"
(Jn 13, 15) y el "ve y haz tú lo mismo" (Lc 10, 37)
CONCLUSIÓN “Busquen el Reino de Dios y su justicia”: sabiduría,
prudencia y solidaridad.
El texto termina: [22] Sorprendidos al oír aquello, lo dejaron y se
marcharon.
Sigamos, hoy, cambiando el final de este y tantos textos. Sumémonos a
quienes ya están transformando textos, realidades y vidas.
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